La ética y la estética en la obra literaria
Cuando leemos una obra literaria, ¿solo nos importa de ella su belleza?, ¿qué pasaría si una obra fuera bella, pero difundiera valores morales negativos para la humanidad?
Estas preguntas tienen que ver con dos niveles importantes a la hora de valorar la literatura: la ética y la estética. Dichas dimensiones se combinan como elementos de análisis que permiten, justamente, no caer en lecturas que solo enfatizan el uso de recursos estilísticos (la estética), sino que atienden, además, a lo que la obra dice en cuanto a la defensa o crítica sobre determinadas conductas humanas (la ética). En este sentido, una obra literaria posee relevancia cuando es capaz de conjugar ambos elementos, de manera que no solo sea importante cómo se dice (la estética), sino, también, qué mensaje o visión sobre la conducta humana plantea (la ética).
La dimensión ética
Podemos definir “ética” como el conjunto de normas que dirigen la conducta humana y conviene observar cómo se representa en la obra literaria, es decir, cómo una obra literaria se interroga sobre la moral o sobre la pertinencia de determinados actos humanos y los valores que los sustentan en contextos determinados.
Esto implica reconocer que la literatura ofrece un discurso que, aunque ficticio, está atravesado por los valores del mundo real. Asimismo, significa que el escritor elige qué valores morales privilegiar o rechazar y, en función de eso, propone una visión de mundo.
Por ejemplo, El Quijote de la Mancha es un hito en la historia de la literatura, no solo por cómo está escrito, sino también, porque la ética idealista del protagonista nos sigue interpelando en la actualidad.
Cómo identificar la ética que promueve una obra
Si bien en una sociedad existe una ética dominante, esto es, un conjunto de normas sociales sobre la vida, aceptadas por la mayoría, la literatura no siempre coincide con esta ética, pues generalmente las obras cuestionan o provocan fisuras en esta.
Una manera de identificar la ética que propone una escritura es atendiendo a los valores sociales, ya sean individuales o colectivos, que defienden los personajes y en qué medida ellos actúan en coherencia con estos. También podría servir preguntar al texto:
¿Qué visión sobre la vida tienen los protagonistas?
¿Es justificable esta ética en el contexto social de los personajes?
Un ejemplo de cómo la literatura puede transgredir la moral dominante de su época es la figura del “pícaro”, de la novela del Siglo de Oro español: este personaje debe cometer pillerías reprobadas socialmente debido a que la situación socioeconómica de España se halla en una grave crisis.
La dimensión estética
Esta dimensión está vinculada con la tarea del escritor de construir, a través de palabras, mundos verosímiles, que sean capaces de sensibilizar al lector.
Con el fin de estudiar la estética literaria, décadas atrás, la teoría literaria estaba enfocada en identificar la intención del autor al escribir su obra. En la década de los 70, surgió una teoría que fijó la atención en el rol del lector, en cuanto este es quien completa el sentido de la obra, pues este sentido siempre resulta indeterminado. A esta teoría se le conoce como estética de la recepción.
Cómo leer la estética de una obra
Según la teoría de la estética de la recepción, el lector interpreta la estética de una obra según su bagaje cultural y de acuerdo con sus experiencias vividas. Esto significa que la interpretación de la estética dependerá de lo que el texto le dice a cada lector particular.
En este sentido, esta teoría analiza la estética de una obra según dos elementos que inciden en la experiencia del lector:
El horizonte de expectativas del lector, que son las ideas que tiene un lector común sobre la obra de determinado género literario. Por ejemplo: se espera que un poemario esté escrito en verso y maneje figuras retóricas.
El horizonte de experiencias del lector, que refiere al conocimiento de mundo del lector, lo cual lo habilitará para interpretar la obra.
La perspectiva de género en la literatura
Cuando leemos una obra literaria, ¿solo nos importa de ella su belleza?, ¿qué pasaría si una obra fuera bella, pero difundiera valores morales negativos para la humanidad?
Estas preguntas tienen que ver con dos niveles importantes a la hora de valorar la literatura: la ética y la estética. Dichas dimensiones se combinan como elementos de análisis que permiten, justamente, no caer en lecturas que solo enfatizan el uso de recursos estilísticos (la estética), sino que atienden, además, a lo que la obra dice en cuanto a la defensa o crítica sobre determinadas conductas humanas (la ética). En este sentido, una obra literaria posee relevancia cuando es capaz de conjugar ambos elementos, de manera que no solo sea importante cómo se dice (la estética), sino, también, qué mensaje o visión sobre la conducta humana plantea (la ética).
La dimensión ética
Podemos definir “ética” como el conjunto de normas que dirigen la conducta humana y conviene observar cómo se representa en la obra literaria, es decir, cómo una obra literaria se interroga sobre la moral o sobre la pertinencia de determinados actos humanos y los valores que los sustentan en contextos determinados.
Esto implica reconocer que la literatura ofrece un discurso que, aunque ficticio, está atravesado por los valores del mundo real. Asimismo, significa que el escritor elige qué valores morales privilegiar o rechazar y, en función de eso, propone una visión de mundo.
Por ejemplo, El Quijote de la Mancha es un hito en la historia de la literatura, no solo por cómo está escrito, sino también, porque la ética idealista del protagonista nos sigue interpelando en la actualidad.
Cómo identificar la ética que promueve una obra
Si bien en una sociedad existe una ética dominante, esto es, un conjunto de normas sociales sobre la vida, aceptadas por la mayoría, la literatura no siempre coincide con esta ética, pues generalmente las obras cuestionan o provocan fisuras en esta.
Una manera de identificar la ética que propone una escritura es atendiendo a los valores sociales, ya sean individuales o colectivos, que defienden los personajes y en qué medida ellos actúan en coherencia con estos. También podría servir preguntar al texto:
¿Qué visión sobre la vida tienen los protagonistas?
¿Es justificable esta ética en el contexto social de los personajes?
Un ejemplo de cómo la literatura puede transgredir la moral dominante de su época es la figura del “pícaro”, de la novela del Siglo de Oro español: este personaje debe cometer pillerías reprobadas socialmente debido a que la situación socioeconómica de España se halla en una grave crisis.
La dimensión estética
Esta dimensión está vinculada con la tarea del escritor de construir, a través de palabras, mundos verosímiles, que sean capaces de sensibilizar al lector.
Con el fin de estudiar la estética literaria, décadas atrás, la teoría literaria estaba enfocada en identificar la intención del autor al escribir su obra. En la década de los 70, surgió una teoría que fijó la atención en el rol del lector, en cuanto este es quien completa el sentido de la obra, pues este sentido siempre resulta indeterminado. A esta teoría se le conoce como estética de la recepción.
Cómo leer la estética de una obra
Según la teoría de la estética de la recepción, el lector interpreta la estética de una obra según su bagaje cultural y de acuerdo con sus experiencias vividas. Esto significa que la interpretación de la estética dependerá de lo que el texto le dice a cada lector particular.
En este sentido, esta teoría analiza la estética de una obra según dos elementos que inciden en la experiencia del lector:
El horizonte de expectativas del lector, que son las ideas que tiene un lector común sobre la obra de determinado género literario. Por ejemplo: se espera que un poemario esté escrito en verso y maneje figuras retóricas.
El horizonte de experiencias del lector, que refiere al conocimiento de mundo del lector, lo cual lo habilitará para interpretar la obra.
La perspectiva de género en la literatura
- ¿Qué papel juegan los personajes femeninos y masculinos en una obra literaria?, ¿en qué medida estos desarrollan una vida autónoma o se hallan sujetos a relaciones de dominación?, ¿qué papel juega la sociedad en la conformación de los roles hombre-mujer que se presentan en el relato?
Cuando hacemos este tipo de preguntas a los textos literarios, los estamos analizando desde una perspectiva de género. Esta rama de estudios literarios surgió tras los aportes al concepto de género de la filósofa y escritora feminista Simone de Beauvoir y el psicoanalista Jacques Lacan, entre otros influyentes pensadores, a mediados del siglo XX.
No confundas el sexo con el género. El primero sirve para referir las diferencias anatómicas y fisiológicas entre hombres y mujeres, mientras que el segundo se refiere a la construcción social de lo femenino y lo masculino.
Te invitamos a que, a continuación, conozcas más sobre esta perspectiva de estudio.
Antecedentes de la perspectiva de género
Por “género” nos referimos a los roles que construye una determinada sociedad y que considera apropiados para hombres y mujeres. Los estudios de género aplicados a la literatura permiten reflexionar sobre cómo el autor o la autora presentan el género en sus personajes y elaboran relaciones entre ambos, presentando o no las relaciones de jerarquía que han sido creadas por la sociedad. Los estudios desde una “perspectiva de género” son aplicables a cualquier ámbito de la producción intelectual (artes plásticas, literatura, cine, publicidad, etc.).
Una de las obras clave para los estudios de género es El segundo sexo (1949) de la filósofa francesa Simone de Beauvoir. Sus ideas principales son:
La ciencia, la mitología y la historia han participado en la construcción social del género femenino como uno inferior frente al masculino.
La mujer experimenta a lo largo de su vida la condición de un ser oprimido, debido a que la sociedad y la cultura la educan y la consideran como tal.
La frase que sintetiza mejor su pensamiento es “No se nace mujer, se llega a serlo”. Esto significa que ninguna mujer carga naturalmente con el género femenino (y menos con su valoración negativa). El género —entendido como el conjunto de comportamientos y emociones atribuidas a la mujer y al hombre en razón de su sexo—, no es consustancial con la persona, sino una construcción social.
¿Qué es la perspectiva de género?
Después de la primera mitad del siglo XX, pensadoras feministas latinoamericanas, como Marta Lamas, propusieron esta perspectiva como una herramienta útil para analizar los géneros como conjuntos de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales que las comunidades humanas elaboran a partir de la diferencia sexual y que dan sentido a las relaciones entre personas.
Específicamente, la perspectiva de género se enfoca en:
Reconocer las relaciones de poder que se dan entre géneros, que, en general, dejan en situación de inferioridad a la mujer.
Examinar cómo estas relaciones se han construido social e históricamente, y cómo estas se vinculan con otras relaciones sociales, como las de clase, etnia, edad, preferencia sexual, etc.
Aspirar a relaciones de igualdad entre los géneros, lo cual exige reflexionar en torno al imaginario genérico que producen las instituciones, como el Estado, la religión, la familia, etc.
La perspectiva de género como enfoque de análisis literario
La perspectiva de género es una mirada que amplía las posibilidades de leer la literatura, ya que no solo se concentra en las relaciones entre hombres y mujeres, sino también entre minorías sexuales, identidades que cuestionan las convenciones en torno a lo masculino y lo femenino.
Esta aproximación a los textos literarios nos muestra las complejas relaciones de inequidad y de poder entre los géneros, y nos permite observar cómo los personajes son concebidos en diálogo con la realidad social.
Para desarrollar este enfoque, es preciso considerar las siguientes preguntas:
Contexto social:
- ¿Qué nos dicen el espacio y el tiempo acerca de la representación de los géneros?
- ¿En qué medida influye la pertenencia a una clase social y a una cultura en la adquisición de oportunidades en razón del género de los personajes?
Personajes:
- ¿De qué manera los protagonistas aceptan, desafían o cuestionan los papeles genéricos recibidos?
- - ¿Hombres y mujeres se hallan en situación de opresión por motivo de su género?