Estructura argumentativa
La Argumentación
Cuando nos comunicamos, buscamos cumplir distintos objetivos. Uno muy común es intentar convencer a los receptores de que nuestra opinión respecto a un asunto es válida, instándolos a adherir a nuestro pensamiento. Para ello, es fundamental apoyarnos en razones de peso que validen la opinión expuesta, llamadas argumentos.
Al usar la argumentación, es recomendable seguir una estructura que permita que nuestra exposición tenga un desarrollo coherente y bien sustentado, para así lograr convencer o persuadir a nuestros interlocutores. A continuación, conoceremos las partes de la estructura argumentativa.
La argumentación es una actividad comunicativa en la cual un emisor manifiesta un punto de vista fundamentado, con la finalidad de influir en el receptor. Generalmente, el emisor aborda un contenido polémico sobre el cual hay distintas opiniones, por lo que la argumentación tiene un marcado carácter dialógico. Como tal, puede emplearse de dos formas: poniendo el énfasis en lo lógico-racional o en lo emotivo-afectivo.
Cuando intentamos convencer a alguien, usamos argumentos válidos y rigurosos, es decir, lógico-racionales, por ejemplo, apelar a la opinión de expertos en el tema que estamos abordando (“Como ha señalado la antropóloga Andrea Vargas, los saberes ancestrales femeninos se han perpetuado con mayor fidelidad en las zonas cordilleranas que en las costeras”) o estudiar los signos que prueban un fenómeno o hecho (“Julián sufre de bruxismo por las noches, tiene problemas para conciliar el sueño y episodios de angustia, lo que prueba que está pasando por un fuerte estrés”).
Cuando intentamos persuadir, usamos argumentos emotivo-afectivos, apelando al afecto, la confianza, la simpatía, etc. Más que probar la veracidad de una idea, lo que se busca es transmitir creencias y conductas. Este es el tipo de argumentación que suele usar la publicidad, apelando, por ejemplo, a la fama o valoración de un personaje o a argumentos concretos que se basan en la presentación de casos que son familiares y cercanos a los oyentes (“Nosotros también sabemos lo que es llegar cansados a casa, por eso, Naturalis presenta su nueva línea de sopas instantáneas”).
Estructura interna de la argumentación
Toda argumentación se estructura de la siguiente forma:
La Argumentación
Cuando nos comunicamos, buscamos cumplir distintos objetivos. Uno muy común es intentar convencer a los receptores de que nuestra opinión respecto a un asunto es válida, instándolos a adherir a nuestro pensamiento. Para ello, es fundamental apoyarnos en razones de peso que validen la opinión expuesta, llamadas argumentos.
Al usar la argumentación, es recomendable seguir una estructura que permita que nuestra exposición tenga un desarrollo coherente y bien sustentado, para así lograr convencer o persuadir a nuestros interlocutores. A continuación, conoceremos las partes de la estructura argumentativa.
La argumentación es una actividad comunicativa en la cual un emisor manifiesta un punto de vista fundamentado, con la finalidad de influir en el receptor. Generalmente, el emisor aborda un contenido polémico sobre el cual hay distintas opiniones, por lo que la argumentación tiene un marcado carácter dialógico. Como tal, puede emplearse de dos formas: poniendo el énfasis en lo lógico-racional o en lo emotivo-afectivo.
Cuando intentamos convencer a alguien, usamos argumentos válidos y rigurosos, es decir, lógico-racionales, por ejemplo, apelar a la opinión de expertos en el tema que estamos abordando (“Como ha señalado la antropóloga Andrea Vargas, los saberes ancestrales femeninos se han perpetuado con mayor fidelidad en las zonas cordilleranas que en las costeras”) o estudiar los signos que prueban un fenómeno o hecho (“Julián sufre de bruxismo por las noches, tiene problemas para conciliar el sueño y episodios de angustia, lo que prueba que está pasando por un fuerte estrés”).
Cuando intentamos persuadir, usamos argumentos emotivo-afectivos, apelando al afecto, la confianza, la simpatía, etc. Más que probar la veracidad de una idea, lo que se busca es transmitir creencias y conductas. Este es el tipo de argumentación que suele usar la publicidad, apelando, por ejemplo, a la fama o valoración de un personaje o a argumentos concretos que se basan en la presentación de casos que son familiares y cercanos a los oyentes (“Nosotros también sabemos lo que es llegar cansados a casa, por eso, Naturalis presenta su nueva línea de sopas instantáneas”).
Estructura interna de la argumentación
Toda argumentación se estructura de la siguiente forma:
Recuerda que...
La argumentación tiene una lógica en su estructura interna que debemos seguir si queremos presentar nuestras opiniones de una forma convincente y razonada, para lograr la aprobación y adhesión de los receptores. Esta estructura está conformada por el planteamiento de una tesis y su base, que es la premisa que la sustenta. Esta base debe vincularse con la tesis mediante garantías, que se apoyan en respaldos concretos y objetivos.
Otra forma de argumentar es mediante la persuasión, menos objetiva y razonada, pero en muchos casos, muy eficaz. Esta es la argumentación que encontramos comúnmente en la publicidad y en la propaganda, donde se busca que compremos un producto que se nos presenta como algo atractivo, que adhiramos a una idea o que sigamos un comportamiento determinado.
La argumentación tiene una lógica en su estructura interna que debemos seguir si queremos presentar nuestras opiniones de una forma convincente y razonada, para lograr la aprobación y adhesión de los receptores. Esta estructura está conformada por el planteamiento de una tesis y su base, que es la premisa que la sustenta. Esta base debe vincularse con la tesis mediante garantías, que se apoyan en respaldos concretos y objetivos.
Otra forma de argumentar es mediante la persuasión, menos objetiva y razonada, pero en muchos casos, muy eficaz. Esta es la argumentación que encontramos comúnmente en la publicidad y en la propaganda, donde se busca que compremos un producto que se nos presenta como algo atractivo, que adhiramos a una idea o que sigamos un comportamiento determinado.